Director: Georges Méliès
Productor: Georges Méliès
Guión: Georges Méliès, según las novelas "De la Tierra a la Luna" de Jules Verne y "Los primeros hombres en la Luna" de H. G. Wells
Fotografía: Lucien Tainguy, Michaut
Diseños / Efectos especiales: Georges Méliès
Intérpretes: Georges Méliès (Profesor Barbenfouillis), Bleuette Béron (La Dama Luna), Victor André, Henri Delannoy, Kelm Brunnet, Jean d'Alcy, Depierre, Farjaux, bailarines del cuerpo de baile del Châtelet, acróbatas del Foliés-Bergère
Nacionalidad y año: Francia 1902
Duración y datos técnicos: 21 min. B/N.
SINOPSIS
En la asociación astronómica de París, el profesor Barbenfouillis explica sus planes para viajar a la Luna. Una vez aprobado el proyecto, se construye una nave en forma de bala y se lanza hacia el satélite, con varios astrónomos en su interior. Alcanzado el objetivo, exploran el nuevo mundo, descubren setas gigantes y extrañas criaturas, y son capturados por los selenitas. Llevados ante el Gran Rey de la Luna, se inicia una lucha, siendo abatido el rey con rapidez, que al caer estalla convirtiéndose en humo. El profesor huye y lanza el proyectil por un acantilado, refugiándose en su interior. Un selenita se agarra al casco y caen a la Tierra, estrellándose en el mar.
COMENTARIO
Uno de los asistentes a la histórica proyección del 28 de diciembre fue Georges Méliès, prestidigitador experimentado y director del teatro de ilusionismo Robert Houdin. Méliès quedó impresionado con el invento. Una anécdota famosa cuenta que trató de comprar el cinematógrafo de los Lumière; pero fue un intento fallido, pues el padre de éstos no accedió a venderlo argumentando que "el aparato podría ser explotado durante algún tiempo como curiosidad científica, pero no tenía ningún porvenir comercial".
El tiempo demostró lo equivocado de sus palabras: hacia 1896 la gente comenzaba a aburrirse de las mismas proyecciones. Fue entonces cuando con su ingenio, trucos de magia, prestidigitación y escenografías teatrales, Georges Méliès convirtió al cine en espectáculo. Aunque no fue el primero en hacer películas de ficción, históricamente se le reconoce como el padre del espectáculo cinematográfico y de la ficción fílmica. Méliès explotó las cualidades narrativas de este medio, demostrando así que podía recrear y hasta inventar la realidad.
Al llevar el teatro al cine, Méliès logró imprimir a sus películas un toque único: ya no eran simples retratos de la realidad sino narraciones de historias. Para la realización de sus cintas, Méliès construyó su propio estudio en su finca de Montreuil, a las puertas de París: era un lugar único con techo y paredes de cristal (no usaba luz artificial). De sus películas se recuerda especialmente Le voyage dans la Lune (El viaje a la Luna), filmada en 1902, en la que experimentó y perfeccionó el uso de trucos con la cámara para hacer aparecer y desaparecer objetos.
El truco llegó a Méliès fortuitamente, mientras proyectaba una cinta tomada días antes: vio con asombro cómo un autobús se transformaba bruscamente en una carroza fúnebre. Después de reflexionar un poco, descubrió que la película se había detenido al momento de tomar las imágenes. Un incidente insignificante lo convirtió, tiempo después, en un maestro en el manejo de la cámara y del truco en la pantalla.
Otro acierto fue utilizar los recursos del teatro: guión, vestuario, maquillaje, escenografía, tramoya, división en escenas y actos, recursos aún vigentes en el cine actual. Si bien esto fue un acierto para la creación del espectáculo cinematográfico, un error que a la larga dejaría a Méliès fuera de la industria fue colocar siempre la cámara en el fondo del estudio, como un espectador en su butaca: la movilidad en sus cintas fue lograda por el montaje, no por el movimiento de la cámara.
Le voyage dans la Lune (El viaje a la Luna), su película más conocida, es una historia basada en las novelas de Julio Verne y H. G. Wells que ha sido retomada constantemente: un grupo de científicos planean un viaje a Luna, y para lograrlo acuden a una fábrica de inventos increíbles. Ahí son colocados en un cañón que los dispara hacia el espacio, cayendo sobre el ojo de una luna construida de yeso (esta imagen es célebre hasta nuestros días). La construcción de la escenografía es impresionante: la Osa Mayor es personificada por jóvenes vestidas de estrellas, hongos gigantes, ríos lunares y demás selenitas parecidos a crustáceos.
Esta cinta tuvo rápidamente éxito alrededor del mundo. En Estados Unidos, Tomas A. Edison la falsificó argumentando que tenía derecho sobre todas las peliculas, ya que la perforación de la cinta para cine era un invento suyo.
A partir de ese momento el cine fue diferente: surgieron realizadores con diferentes visiones del mundo que perfeccionaron el arte y la técnica, convirtiendo el cine en un medio de expresión único.
Uno de los asistentes a la histórica proyección del 28 de diciembre fue Georges Méliès, prestidigitador experimentado y director del teatro de ilusionismo Robert Houdin. Méliès quedó impresionado con el invento. Una anécdota famosa cuenta que trató de comprar el cinematógrafo de los Lumière; pero fue un intento fallido, pues el padre de éstos no accedió a venderlo argumentando que "el aparato podría ser explotado durante algún tiempo como curiosidad científica, pero no tenía ningún porvenir comercial".
El tiempo demostró lo equivocado de sus palabras: hacia 1896 la gente comenzaba a aburrirse de las mismas proyecciones. Fue entonces cuando con su ingenio, trucos de magia, prestidigitación y escenografías teatrales, Georges Méliès convirtió al cine en espectáculo. Aunque no fue el primero en hacer películas de ficción, históricamente se le reconoce como el padre del espectáculo cinematográfico y de la ficción fílmica. Méliès explotó las cualidades narrativas de este medio, demostrando así que podía recrear y hasta inventar la realidad.
Al llevar el teatro al cine, Méliès logró imprimir a sus películas un toque único: ya no eran simples retratos de la realidad sino narraciones de historias. Para la realización de sus cintas, Méliès construyó su propio estudio en su finca de Montreuil, a las puertas de París: era un lugar único con techo y paredes de cristal (no usaba luz artificial). De sus películas se recuerda especialmente Le voyage dans la Lune (El viaje a la Luna), filmada en 1902, en la que experimentó y perfeccionó el uso de trucos con la cámara para hacer aparecer y desaparecer objetos.
El truco llegó a Méliès fortuitamente, mientras proyectaba una cinta tomada días antes: vio con asombro cómo un autobús se transformaba bruscamente en una carroza fúnebre. Después de reflexionar un poco, descubrió que la película se había detenido al momento de tomar las imágenes. Un incidente insignificante lo convirtió, tiempo después, en un maestro en el manejo de la cámara y del truco en la pantalla.
Otro acierto fue utilizar los recursos del teatro: guión, vestuario, maquillaje, escenografía, tramoya, división en escenas y actos, recursos aún vigentes en el cine actual. Si bien esto fue un acierto para la creación del espectáculo cinematográfico, un error que a la larga dejaría a Méliès fuera de la industria fue colocar siempre la cámara en el fondo del estudio, como un espectador en su butaca: la movilidad en sus cintas fue lograda por el montaje, no por el movimiento de la cámara.
Le voyage dans la Lune (El viaje a la Luna), su película más conocida, es una historia basada en las novelas de Julio Verne y H. G. Wells que ha sido retomada constantemente: un grupo de científicos planean un viaje a Luna, y para lograrlo acuden a una fábrica de inventos increíbles. Ahí son colocados en un cañón que los dispara hacia el espacio, cayendo sobre el ojo de una luna construida de yeso (esta imagen es célebre hasta nuestros días). La construcción de la escenografía es impresionante: la Osa Mayor es personificada por jóvenes vestidas de estrellas, hongos gigantes, ríos lunares y demás selenitas parecidos a crustáceos.
Esta cinta tuvo rápidamente éxito alrededor del mundo. En Estados Unidos, Tomas A. Edison la falsificó argumentando que tenía derecho sobre todas las peliculas, ya que la perforación de la cinta para cine era un invento suyo.
A partir de ese momento el cine fue diferente: surgieron realizadores con diferentes visiones del mundo que perfeccionaron el arte y la técnica, convirtiendo el cine en un medio de expresión único.
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