viernes, 3 de octubre de 2008

ULTIMATUM A LA TIERRA (El dia que paralizaron la Tierra)

TITULO ORIGINAL: The Day the Earth Stood Still
AÑO: 1951
DURACIÓN: 92 min.
PAÍS: EEUU
DIRECTOR: Robert Wise
GUIÓN: Edmund H. North
MÚSICA: Bernard Herrmann
FOTOGRAFÍA: Leo Tover (B&W)
REPARTO: Michael Rennie, Patricia Neal, Hugh Marlowe, Sam Jaffe, Billy Gray
PRODUCTORA: 20th Century Fox
GÉNERO Y CRÍTICA: Ciencia-Ficción / Todo un clásico del género en el que una nave extraterrestre llega a la tierra con una misión que cumplir: entregar a los humanos un importante mensaje...


SINOPSIS

Una comisión extraterrestre llega a la Tierra para mostrar su desacuerdo con las pruebas nucleares que se están realizando en el planeta. La adertencia es clara. Si la Tierra no cesa en sus experimentos atómicos y espaciales, serán atacados por las fuerzas interplanetarias. Pero el recibimiento que se le da a la expedición es desconfiado desde un principio, e incluso hostil. Sólo Helen confía desde un principio en Klaatu y su robot Gort.

COMENTARIO

Basada en un relato de Harry Bates. El film es realizado en una época en la que las bases de la ciencia ficción como género cinematográfico aún no estaban asentadas. Por ello la estética del film recuerda más a los films de cine negro que produciese la compañía durante la década anterior. Por otra parte, el mensaje pacifista y la crítica al armamento atómico es directo y evidente, y no se oculta tras extrañas mutaciones ni crípticas moralejas, como sería habitual en otros films de la época. El film obtuvo un considerable éxito en las taquillas, y es hoy considerado uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción.


KLAATU, BARADA, NIKTO! (ANALIZANDO EL ULTIMÁTUM)

Así reza la famosa palabreja que, con el tiempo, ha trascendido la pantalla que la vió nacer. “Klaatu Barada Nikto” es la orden secreta capaz de desactivar al temible Gort y ha sido utilizada en diversas películas a modo de guiño u homenaje. Por encima de ello, Ultimátum a la tierra pasa a engrosar la lista de grandes películas de la historia del cine básicamente por tratarse de un producto muy de su época, un retrato fiel de la turbulenta década de los cincuenta y de la sociedad que la conformaba. A su vez, la simplicidad del mensaje pacifista, con sus más y sus menos, y el retrato del hombre de a pié que se traza en la obra, es perfectamente válido en la actualidad y se aleja claramente de la mera propaganda. The Day the Earth Stood Still consigue esa simplicidad y verismo gracias a un cuidado trabajo de estudio combinado con frecuentes planos casi documentales. Gracias a la excelente labor de la segunda unidad, comandada por Bert Leeds bajo la supervisión de Wise, la película cuenta con multitud de insertos y planos de recurso prácticamente documentales, como serian todas las escenas de masas durante el apagón provocado por Klaatu, los exteriores rodados en la ciudad de Washington o las frecuentes imágenes de la guardia nacional en acción. No en vano, Robert Wise, decidió contar con renombrados periodistas de la época, tales como Elmer davies, H. V. Kaltenborn o Drew Pearson, para que se interpretaran a ellos mismos.

En el apartado narrativo, tampoco es casual que muchos de estos cortes periodísticos se nos entreguen encuadrados en televisores o montados al estilo de los noticiarios de la época, convirtiéndonos así en espectadores subjetivos de la falsa realidad que nos propone la película. Por supuesto, esta voluntad documental se ve mucho más reforzada por tratarse de una historia que sucede íntegramente en nuestro planeta; aunque desde un buen comienzo nos proponga una alteración de la cotidianidad. Esta situación anómala, la llegada de Klaatu y su sirviente robótico Gort, se nos enmarca dentro de una sociedad absolutamente realista y conocida (eso si, como no podía ser de otro modo, todo sucede en los Estados Unidos). La espectacular escena del aterrizaje de la nave, en pleno centro de Washington D.C, y sobretodo, la reacción inmediata del ejército, nos definen la línea por la que va a transitar el discurso. Una vez el platillo se ha posado, el ejército despliega todo su arsenal. En cuanto Klaatu aparece por la puerta corrediza y se lleva la mano al bolsillo para entregar algo desconocido, es inmediatamente abatido por un disparo. Todo queda dicho. El egoísmo humano, incapaz de comprender que se le entregue algo a cambio de nada, mezclado con el natural instinto de protección, describen nuestra especie en un instante.

Un hecho que se narra como único para la historia de la humanidad ha quedado escrito, ya que, primero disparamos y luego preguntamos. Ese es precisamente el factor que hace de ultimátum una propuesta tan interesante, ya que nos habla sobretodo de nosotros mismos. Por primera vez se utiliza la ciencia ficción como un vehículo válido para debatir sobre el hombre y la sociedad. Una de las cosas que más nos abruman de su mensaje es la conclusión a la que se llega, esa crítica, en absoluto velada, contra el género humano y sobretodo contra sus gobiernos. Escenas como la de la llegada de Klaatu a la pensión, haciéndose pasar por humano bajo su identidad de Carpenter, las reacciones de los inquilinos; ese grupo de gente que se le queda mirando con miedo, las informaciones que se vierten en los medios de comunicación, llevadas al extremo por esa caricatura catastrofista y racista que aparece en un periódico o la sonora carcajada que le dedica el político designado para parlamentar cuando averigua el motivo de la visita interestelar, son una buena muestra de ello. Y precisamente el mensaje que trae consigo Klaatu encierra la mayor de las contradicciones de las que hablábamos al principio del artículo: La tierra será totalmente destruida sino se declara un armisticio indefinido a escala planetaria. De nuevo queda evidenciado que solo entendemos el lenguaje de la fuerza. Este “Si vis pacem, para bellum” llevado a la máxima expresión por alguien que nos observa desde una civilización más avanzada, encierra cierto tufillo belicista, y podría invalidar el fin que persigue, aunque el mensaje de fondo permanece. Por este lado, se ha debatido mucho sobre si las intenciones de Klaatu son verdaderamente altruistas, ya que esa especie de ONU interplanetaria a la que representa, ha dejado a los humanos de lado por primitivos y no ha entrado en contacto con ellos hasta el momento en que han supuesto una amenaza real para la galaxia. Al igual que sucede en la novela “Estación de Tránsito”, del escritor humanista Clifford D. Simak, en la que ya aparece una asamblea universal que ha dejado de lado a la Tierra por idéntico motivo, nos preguntamos si, en el fondo, el ultimátum de Klaatu es tan bienintencionado como pretende o sencillamente amenaza con destruir el globo por la propia seguridad de su mundo, y en definitiva, existe una sentencia firme a nivel cosmológico que nos deja por imposibles.

Dentro de los habituales motivos de controversia de la película, encontramos el incuestionable trasfondo religioso que subyace en la historia. Para empezar, el extraterrestre elige el nombre de Carpenter para mezclarse entre nosotros, algo que nos remite directamente a San José y Jesucristo. También físicamente el protagonista posee un aire asceta, con esa extremada delgadez y la severidad de su rostro. Asimismo, su trayectoria vital nos recuerda al Mesías, denostado por las autoridades pero seguido por el pueblo. Con sacrificio final y resurrección incluidos. Es de menester recalcar que la citada resurrección del extraterrestre es meramente (y absurdamente) temporal, tal como se encargan de repetirnos una y otra vez desde la película mediante alusiones a la exclusividad de este poder por parte del todopoderoso.

Sin embargo, parece ser que este cambio en el guión (en realidad resucitaba para siempre) tan solo fue una solución de conveniencia, pues a pesar de todo no quisieron traspasar ciertos limites en una producción mainstream. Como anécdota, el propio Wise asegura no haber percibido tales alusiones durante el rodaje, pero todo apunta a que el guionista era perfectamente consciente de ellas.

En cuanto Klaatu decide analizar y comprender a la humanidad por su cuenta, se convierte en un fugitivo y emprende una corta experiencia en la clandestinidad, compartiendo su existencia con los habitantes de una pequeña y modesta pensión familiar. Dentro de este apartado, cabe destacar la escena en la que el extraterrestre se encamina hacia la pensión y hace su entrada en ella desde las sombras, mientras todos sus inquilinos lo observan suspicaces hasta que lo ven entrar a la zona iluminada. La secuencia es un prodigio de simplicidad y buen hacer cinematográfico y resume a la perfección el método de trabajo del director.

Volviendo al pasaje en su totalidad, parece estar pensado para acercarnos al “día a día” de una familia media, de cara a que conozcamos los sentimientos de Klaatu hacia ellos. De esa forma, también busca la absolución de la gente de la calle, que poco o nada tiene que ver con los grandes tejemanejes del estado. Es especialmente significativa la escena en que el niño le organiza un tour por Washington y Klaatu comenta las palabras de Lincoln grabadas en la conocida estatua de la capital o la admiración que siente el niño por el científico interpretado por Sam Jaffe. Un personaje, por cierto, que nos recuerda sospechosamente a Einstein, otro destacado humanista. La manera que tiene Klaatu para acercarse al mismo, también a través del niño cuando no lo había logrado a través de las autoridades, dicen mucho del objetivo de la película y la alta estima en que sitúa al hombre emprendedor y de a pié. Pero, como he comentado más arriba, no todos los representantes del pueblo llano albergan buenas intenciones. Así aparece la figura del estirado Tom Stevens (Hugh Marlowe), el “Judas” de la historia, capaz de traicionar a sus semejantes en su ciega carrera de ambición. “¡Cambiarás de opinión cuando veas mi foto en los periódicos!” le grita a la protagonista cuando ésta intenta detener su infame acción. Como vemos, tampoco se peca de inocencia en el, a grandes rasgos, favorable retrato de las clases populares. Si sumamos los factores, Ultimátum a la Tierra, consigue un efectivo e interesante equilibrio entre una historia de proporciones monumentales, en la que los estados salen perdiendo en pos de las personas, y la rutinaria y apacible vida de la pequeña comunidad en la cual irrumpe el conflicto. En los aspectos más técnicos, Wise juega con maestría con las sombras y los claroscuros, regalándonos secuencias impecables, como la forma en que se activa al robot durmiente Gort a través de señales luminosas tipo Morse producidas por una linterna, o la ya comentada escena de la llegada de Klaatu a la pensión.

Otra de las escenas a analizar en este punto, es el encierro final en el ascensor con el extraterrestre y la protagonista. Sucede justo cuando tiene lugar el apagón mundial simultáneo de demostración, donde se trabaja la iluminación y el encuadre de forma magistral y casi con reminiscencias de cine clásico de terror. Debemos, además, mencionar todas las escenas en el interior de la nave. A partir de un diseño minimalista pero resultón, basa casi toda su fuerza en el trabajo de iluminación y en la profusión de planos angulares, logrando transmitir la sensación de encontrarnos ante un lugar mucho más espacioso. Lo bueno del caso es que un artesano como Robert Wise también está a la altura durante escenas rutinarias, mucho menos espectaculares; como los almuerzos en comunidad con los inquilinos y las demás escenas de dialogo. Como buen ex-montador cinematográfico, se muestra empeñado en cubrir todos los ángulos de cámara y el resultado es eficaz.


DATO: EL REMAKE 2008 ES MALO, COMO LO FUE EL DE LA GUERRA DE LOS MUNDOS HACE POCOS AÑOS ATRAS