AÑO: 1942
DURACIÓN: 102 min.
PAÍS: EEUU
DIRECTOR: Michael Curtiz
GUIÓN: Julius J. Epstein, Philip G. Epstein, Howard Koch (Obra: Murray Burnett, Joan Alison)
MÚSICA: Max Steiner
FOTOGRAFÍA: Arthur Edeson (B&W)
REPARTO: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Peter Lorre, Dooley Wilson, S.Z. Sakall, Madeleine LeBeau, Joy Page, John Qualen
PRODUCTORA: Warner Bros.
Productor Hal B. Wallis
GÉNERO Y CRÍTICA: 1943: 3 Oscar: Mejor película, mejor director, mejor guión adaptado / Drama romántico
GÉNERO Y CRÍTICA: 1943: 3 Oscar: Mejor película, mejor director, mejor guión adaptado / Drama romántico
SINOPSIS
Narra una historia de amor maravillosa, en tiempo de guerra.Un líder de la resistencia francesa (Victor Laszlo, Paul Henreid) llega a Casablanca, una ciudad del noroeste africano perteneciente a la Francia no ocupada.Viene en busca de un salvoconducto que le llevé a América. Le acompaña su esposa Ilsa Lund (Ingrid Bergman). Por azar del destino visita un local llamado "Rick's Café Americain", en busca de un contacto de la resistencia. El local es propiedad de Rick Blaine (Humphrey Bogart). Rick e Ilsa Lund se reencuentran , ya se conocían, despues de haber sido novios... ella le dejo de un día para otro dejandole por toda explicación una carta. Sin embargo ahora aparece como la señora Laszlo.La película narra la búsqueda del salvoconducto, que va a estar en manos de Rick, al tiempo que Rick e Ilsa vuelven a enamorarse.
COMENTARIO
Es probable que la Warner, a comienzos de los Cuarenta, no sospechara siquiera que esta película, lejos de ser una más de la producción serial, se convertiría en una de las más hermosas, recordadas y valoradas de la historia.
Todos saben algo de Casablanca, la hayan visto o no. ¿Quién no conoce su final subversivo, opuesto a lo que mandan las convenciones de las películas de amor? ¿Alguien ignora la melodía de El tiempo pasará, entonada por Sam a pedido de Ilsa –que, dicho sea de paso, nunca dice "Tócala de nuevo" –? ¿Existe una persona que no sepa que durante el rodaje no se conocía el final de la historia porque el guión se hacía sobre la marcha, con todos los escritores de la Warner aportando sus propios diálogos?
Casablanca es una de esas películas que uno puede ver dos, tres, cinco o diez veces, y aún sigue asombrando. Michael Curtiz era un genio que podía compartir el trono que sus compatriotas (Ford, Hawks, Capra) supieron conseguir. Su puesta en escena es sutil, inteligente y precisa. ¿Cómo no sentir un inmenso placer cuando el avión que parte hacia la libertad sobrevuela el café de Rick, en los primeros minutos de la película? Curtiz nos está diciendo todo. Rick es la libertad. La de todos menos la suya propia, porque como le dice su adversario en el amor de Ilsa, Víctor Laszlo, "cada uno debe aceptar su destino, sea bueno o malo".
Por donde se la mire, Casablanca es admirable. El cooperativo guión, la iluminación, el montaje, la música y hasta el vestuario están puestos (por azar o intencionadamente) a disposición de esta historia de amor, honor y lealtad. A Curtiz le alcanza con la cámara para decirnos casi todo sobre Rick. Registra su poder en esa mano que firma autorizaciones antes de mostrarnos la cara del héroe. Nos enfrenta a su soledad: el cigarrillo, ese partido de ajedrez sin contrincante, su vaso de bebida. Y luego, levanta la cámara y Rick, ese maravilloso Humphrey Bogart, aparece ante nosotros para convertirse, a la par de Curtiz, en Casablanca.
Obviamente, Casablanca también es una película política. El contexto de la Segunda Guerra Mundial y el hecho de que la vereda de enfrente haya estado ocupada por los nazis (y no sólo en la pantalla, sino en la vida real) salva el esquema político que plantea Curtiz. Los alemanes eran los enemigos. Los franceses, mayormente confiables. Los americanos, héroes. Estas ideas pueden verse en cada personaje en particular. En la forma en que cada uno es presentado, por lo poco o mucho que dicen y claro, por lo que hacen. Y esa cita a La gran ilusión es una proclama política tan emotiva como la del film citado (Jean Renoir, 1937): entonar la Marsellesa con orgullo para protestar por la soberbia nazi. En el 1937, Renoir y Jean Gabin la habían esgrimido contra los germanos de la Primera Guerra. En 1942, Curtiz y Paul Henreid recuerdan ese momento mágico del cine. Y lo hacen de nuevo. Porque los años habían pasado, pero los enemigos no habían aprendido la lección.
Todos saben algo de Casablanca, la hayan visto o no. ¿Quién no conoce su final subversivo, opuesto a lo que mandan las convenciones de las películas de amor? ¿Alguien ignora la melodía de El tiempo pasará, entonada por Sam a pedido de Ilsa –que, dicho sea de paso, nunca dice "Tócala de nuevo" –? ¿Existe una persona que no sepa que durante el rodaje no se conocía el final de la historia porque el guión se hacía sobre la marcha, con todos los escritores de la Warner aportando sus propios diálogos?
Casablanca es una de esas películas que uno puede ver dos, tres, cinco o diez veces, y aún sigue asombrando. Michael Curtiz era un genio que podía compartir el trono que sus compatriotas (Ford, Hawks, Capra) supieron conseguir. Su puesta en escena es sutil, inteligente y precisa. ¿Cómo no sentir un inmenso placer cuando el avión que parte hacia la libertad sobrevuela el café de Rick, en los primeros minutos de la película? Curtiz nos está diciendo todo. Rick es la libertad. La de todos menos la suya propia, porque como le dice su adversario en el amor de Ilsa, Víctor Laszlo, "cada uno debe aceptar su destino, sea bueno o malo".
Por donde se la mire, Casablanca es admirable. El cooperativo guión, la iluminación, el montaje, la música y hasta el vestuario están puestos (por azar o intencionadamente) a disposición de esta historia de amor, honor y lealtad. A Curtiz le alcanza con la cámara para decirnos casi todo sobre Rick. Registra su poder en esa mano que firma autorizaciones antes de mostrarnos la cara del héroe. Nos enfrenta a su soledad: el cigarrillo, ese partido de ajedrez sin contrincante, su vaso de bebida. Y luego, levanta la cámara y Rick, ese maravilloso Humphrey Bogart, aparece ante nosotros para convertirse, a la par de Curtiz, en Casablanca.
Obviamente, Casablanca también es una película política. El contexto de la Segunda Guerra Mundial y el hecho de que la vereda de enfrente haya estado ocupada por los nazis (y no sólo en la pantalla, sino en la vida real) salva el esquema político que plantea Curtiz. Los alemanes eran los enemigos. Los franceses, mayormente confiables. Los americanos, héroes. Estas ideas pueden verse en cada personaje en particular. En la forma en que cada uno es presentado, por lo poco o mucho que dicen y claro, por lo que hacen. Y esa cita a La gran ilusión es una proclama política tan emotiva como la del film citado (Jean Renoir, 1937): entonar la Marsellesa con orgullo para protestar por la soberbia nazi. En el 1937, Renoir y Jean Gabin la habían esgrimido contra los germanos de la Primera Guerra. En 1942, Curtiz y Paul Henreid recuerdan ese momento mágico del cine. Y lo hacen de nuevo. Porque los años habían pasado, pero los enemigos no habían aprendido la lección.
CURIOSIDADES
Ingrid Bergman era mas alta que Humprey Bogart. Por esa razón, Bogart tuvo que llevar en los pies unas plataformas de 20 centímetros para parecer más alto. Ingrid Bergman medía 1,80 y Humphrey Bogart 1,60.
Es importante indicar que existen en circulación varias versiones de la película.
En España, la censura franquista provocó alteraciones -algunas muy importantes- en varios de los diálogos.
Un ejemplo es cuando Paul Henreid pregunta a Ingrid Bergman si Paul Henreid y ella son hermanos, y mientras ésta niega con la cabeza, en la versión censurada se escucha un rotundo "Sí".
Otra (quizás la más famosa) es cuando Claude Rains interroga a Humphrey Bogart y enumera sus actividades en el pasado, se omite que también trabajó para el Gobierno republicano durante la Guerra Civil española.
El rodaje fue algo caótico, ya que el guión estaba aún por terminar cuando comenzó a rodarse la película.
"Tócala de nuevo, Sam" atribuida al personaje de Rick (Bogart), y sin embargo ningún personaje la pronuncia. El personaje de Ilsa (Ingrid Bergman) dice "Play it, Sam. Play 'As Time Goes By'" "Tócala, Sam. Toca 'El tiempo pasará'".
Más adelante, Rick dice a Sam "You played it for her, you can play it for me. Play it!" "La tocaste para ella, la puedes tocar para mí ¡Tócala!"