Año: 1976.
Duración: 90 minutos.
Director: David Lynch.
Guion: David Lynch.
Productor: David Lynch.
Musica: Peter Ivers.
Fotografía: Herbert Carwell, Frederick Elmes.
Genero: Drama.
País: EEUU.
Reparto:Jack Nance (Henry Spencer), Charlotte Stewart (Mary X), Allen Joseph (Mr.-X), Jeanne Bates (Mrs.X ), Judith Anna Roberts (Chica), Laurel Near (Dama), V. Phipps- Wilson (Casera), Jack Fisk (Hombre en el planeta), Darwin Joston (Paul)
SINOPSIS
Henry, un joven deprimido y asustadizo, sufre desde pequeño unas extrañas pesadillas de las que intenta liberarse a través de su imaginación. Pronto verá que su hijo recién nacido es un ser monstruoso.
COMENTARIO
La llegada de David Lynch a la fama se produjo en 1976. Las oscuras y deprimentes calles de Philadelphia, junto a las tribulaciones que le provocaba su inminente paternidad, inspiraron su primer largometraje: "Eraserhead”, título con juego de palabras "cabeza que borra" o "cabeza borradora" ya que en la fábrica donde trabaja el protagonista se hacen lápices negros que poseen una goma en uno de los extremos y por los cuales, Lynch intenta metaforizar sobre el comportamiento del protagonista.Comienza con un torso humano horizontal sobreimpreso contra un cerebro. El torso progresa hacia arriba y luego desciende. En un momento su boca se abre y surge una especie de espermatozoide superalimentado que escapa rápidamente. Son 3 o 4 minutos, pero sirven como óptima referencia de lo que estamos por ver, que no es otra cosa que una pesadilla.
Intentar comprender la naturaleza del hijo monstruoso del protagonista o la explicación lógica de que exista un teatro de vodevil detrás de su radiador es igualmente de absurdo. Portadora de su propia lógica, posee una ambigüedad impenetrable que permite que solo se le puedan encontrar significados alegóricos de manera superficial: ni siquiera el propio director ha esclarecido el significado completo, por un lado, debido a que esa tarea le compete al espectador y por el otro, porque carece (tal y como cualquier sueño) de una significancia absoluta. Henry Spencer, a quien distinguimos por su excéntrico peinado y por sus ropas un par de talles más chicas, vaga por una jungla industrial y urbana, sin encontrarse con nadie. A lo largo de la película va sufriendo todo tipo de situaciones difíciles: primero va a cenar a la casa de los padres de su novia topándose con un panorama decididamente surrealista; su situación cambia cuando se entera que ha sido padre de un bebé prematuro; convive con su novia y la primer noche ella le abandona porque no puede soportar el llanto del bebé; a partir de ahí debe afrontar toda una noche en vela, cuidando a esa criatura deforme (que parecería un feto de oveja más que de ser humano); por momentos fantasea con que existe un teatro de vodevil detrás del radiador de su habitación, y, eventualmente ingresa en su propia fantasía, pero para ser decapitado poco después. Henry tal vez es una alegoría no de una persona sino de un tipo de mentalidad humana. Sufre en carne propia todas aquellas cosas que no afronta (matrimonio, paternidad, rechazo). Es víctima de todo tipo de sucesos que no tienen explicación (y Henry tampoco intenta explicarlos, sino que los acepta como son). Finalmente su propia fantasía le autodestruye y lo convierte en una goma de borrar. Renacido de sus cenizas cede a los impulsos animales y primero se da al adulterio con su vecina de enfrente y luego destruye a su supuesto hijo. Lynch ofreció una propuesta cinematográfica arriesgada y comprometida. Su concepción visual es, dentro del rígido blanco y negro, una obra maestra. Por momentos juega con el espacio, hay animaciones cuadro por cuadro, hay momentos de poesía fílmica (como cuando Henry hace el amor con su vecina), hay escenas de morbo por doquier (desde casi el principio cuando la madre de su novia besa el cuello de Henry) y, por supuesto, sangre y tripas.
Intentar comprender la naturaleza del hijo monstruoso del protagonista o la explicación lógica de que exista un teatro de vodevil detrás de su radiador es igualmente de absurdo. Portadora de su propia lógica, posee una ambigüedad impenetrable que permite que solo se le puedan encontrar significados alegóricos de manera superficial: ni siquiera el propio director ha esclarecido el significado completo, por un lado, debido a que esa tarea le compete al espectador y por el otro, porque carece (tal y como cualquier sueño) de una significancia absoluta. Henry Spencer, a quien distinguimos por su excéntrico peinado y por sus ropas un par de talles más chicas, vaga por una jungla industrial y urbana, sin encontrarse con nadie. A lo largo de la película va sufriendo todo tipo de situaciones difíciles: primero va a cenar a la casa de los padres de su novia topándose con un panorama decididamente surrealista; su situación cambia cuando se entera que ha sido padre de un bebé prematuro; convive con su novia y la primer noche ella le abandona porque no puede soportar el llanto del bebé; a partir de ahí debe afrontar toda una noche en vela, cuidando a esa criatura deforme (que parecería un feto de oveja más que de ser humano); por momentos fantasea con que existe un teatro de vodevil detrás del radiador de su habitación, y, eventualmente ingresa en su propia fantasía, pero para ser decapitado poco después. Henry tal vez es una alegoría no de una persona sino de un tipo de mentalidad humana. Sufre en carne propia todas aquellas cosas que no afronta (matrimonio, paternidad, rechazo). Es víctima de todo tipo de sucesos que no tienen explicación (y Henry tampoco intenta explicarlos, sino que los acepta como son). Finalmente su propia fantasía le autodestruye y lo convierte en una goma de borrar. Renacido de sus cenizas cede a los impulsos animales y primero se da al adulterio con su vecina de enfrente y luego destruye a su supuesto hijo. Lynch ofreció una propuesta cinematográfica arriesgada y comprometida. Su concepción visual es, dentro del rígido blanco y negro, una obra maestra. Por momentos juega con el espacio, hay animaciones cuadro por cuadro, hay momentos de poesía fílmica (como cuando Henry hace el amor con su vecina), hay escenas de morbo por doquier (desde casi el principio cuando la madre de su novia besa el cuello de Henry) y, por supuesto, sangre y tripas.
Durante la primera mitad de la película Lynch se toma su tiempo para mostrar las caminatas de Henry, su subida por el ascensor, sus momentos de reflexión frente al radiador, las miradas con los padres de su novia. A partir de que queda solo con el bebé, los tiempos se abrevian, y tenemos momentos de pesadillas una tras otra. Ambas caras de la misma moneda (el desarrollo lento del principio y el dinamismo del final) se contrapesan de igual manera. Sus movimientos y jadeos, sus gemidos continuos y el tono de gris enfermizo de su piel son un triunfo del propio Lynch (que se encargó de los efectos especiales en persona). Es de notar también el continuo y asfixiante susurro que acompaña las imágenes durante toda la película. Siempre de fondo, se escucha un pegajoso siseo que bien puede ser una máquina industrial trabajando o meramente el viento. En cualquier caso, cumple a la perfección con darnos sofocantes sensaciones que se añaden al ya sofocante panorama visual.